El título de la entrada bien define lo que sentimos todos los que nos vamos a embarcar en esta gran aventura de cruzar el océano )o por lo menos por mi parte). Hay momentos del día en los que tengo unas ganas locas de marchar, un reclamo de independencia que se convierte en un nudo en el estómago. Estos momentos son, básicamente, los que paso en casa por culpa del maravilloso (sarcasmo, por si no te habías dado cuenta) clima de mi querida Galicia. Pero por otro lado no me importaría alargar mi estancia aquí unos días más, disfrutando de los amigos, de la fiestas, quedando afónica de tanto cantar, etc. ese tipo de cosas que allá no podré hacer. Aunque no me entiendas mal¡ no me importa. Se que en 10 meses volveré a estar aquí y esas costumbres o tradiciones seguirán donde las dejé.
Queda menos de un mes. Te has dado cuenta? Siendo sincera, yo no. Sigo sin creérmelo, aunque el equipaje ya está en proceso. Tengo la impresión de que 23kg no me van a llegar a nada, que voy a tener que hacer y deshacer la maleta varias veces y tendré que sentarme, pisar y hasta saltar encima para que cierre esa miniatura de cremallera. Solo es una impresión eh¡
Ya se me olvidaba, pero no podía pasar otra entrada más sin advertir lo mucho que voy a echar de menos a mis compañeros de “farre“ veraniega. Porque tantas risas como con ellos, en ningún lado. Así que yo voy aprovechar estos últimos días, y ellos a lamentarse, aún les queda un mes para aguantarme¡
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